Sujetos del acoso escolar
Tres tipos de estudiantes interactúan en el acoso escolar: el agresor, la víctima y los espectadores. La mayoría son chicos y chicas de 11 a 15 años, que cursan la educación primaria y básica, aunque se han detectado casos en pre-primaria y diversificado.
El agresor es el chico, chica o grupo que acosa. Estos suelen tener poca o ninguna empatía, por tanto, no toman en cuenta los sentimientos de la víctima, son insensibles a su sufrimiento y no muestran remordimiento. Es decir, “no se ponen en los zapatos del otro”. Generalmente, tienen una personalidad impulsiva y comportamientos negativos que descargan sobre la víctima. Las causas de su comportamiento pueden estar asociadas a problemas familiares, entre los cuales debe considerarse la violencia; o, provenir de familias permisivas, donde la corrección a su mala conducta es escasa o sus caprichos son la última palabra. Esto impide que conviva en armonía con el resto del grupo, en especial con aquellos más vulnerables. El agresor resulta mucha veces ser un “estudiante popular”, apoyado por amigos, compañeros y algunos adultos de su círculos familiar y escolar.
La víctima es el chico, chica o grupo acosado. Los motivos que los hacen blanco de los agresores son diversos, pero los más comunes son: ser tranquilo, tímido e inseguro, poseer una baja autoestima, manifestar problemas de aprendizaje, presentar alguna discapacidad, no encajar en los estereotipos tradicionales de género o tener trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Estos últimos, son chicos o chicas más bulliciosos y agitados, pero aún así esto es suficiente para llamar la atención del agresor. No obstante, cualquier estudiante puede sufrir acoso escolar, si no logra frenarla, pedir ayuda o contar con la intervención de los adultos en su entorno familiar y escolar. Los adultos deben comprendan que nadie merece ser acosado y que las consecuencias pueden ser graves.
Los espectadores son los chicos y chicas que observan el acoso escolar sin intervenir a favor de la víctima ni condenar la violencia. Algunos se unen a la burla ocasionada por la acción del agresor y la humillación de la víctima. Otros opinan que si la víctima no es capaz de defenderse se merece la agresión. Están los indiferentes que no participan en la burla ni opinan. Y, un último grupo, lo constituyen aquellos que se convierten en seguidores del agresor y que van adquiriendo características similares a este, o que al temer ser acosados se convierten en acosadores. En cualquiera de los casos, la consigna es no decir nada.
Es importante considerar que, aunque la víctima es la más afectada en todo sentido, ser agresor y esperactador también tendrá un costo en la vida de estos chicos y chicas.
¿Sabía que la educación integral en sexualidad promueve el manejo de la presión y la manipulación, con la cual puede prevenirse y detenerse el bullying o acoso escolar?