Habilidades para la vida

A menudo, las madres y padres de familia manifiestan su preocupación por sus hijas e hijos adolescentes. Buscan una fórmula para que “las cosas les vayan bien”. Desean extender la etapa de la infancia para seguir con su cuidado amoroso, así como asegurar que tengan a su alcance todo aquello que los hace estar bien y que va desde una alimentación balanceada hasta proveerles de los avances de la tecnología.

Pero, la tarea se complica cuando éstos ponen en la distancia a la familia y se acercan a grupos de otros de su edad, ya no comparten con ustedes sus tareas o clases favoritas ni quieren verlos a la salida de su centro educativo y tampoco en los entrenos del deporte que despierta su pasión, y esa tecnología, que han puesto a su alcance, es ahora una puerta abierta a muchos contactos e información. Esto hace pensar que la vida de sus hijas e hijos escapa de sus manos.

Empiezan a ver imágenes tormentosas que los llenan de preocupación: el consumo de tabaco, alcohol o drogas, las “amistades peligrosas”, la aparición del primer amor y con ésto el inicio de la actividad sexual y, quizá, un embarazo no deseado. O podrían verlos involucrados en peleas, bullying, accidentes o enganchados en una situación peligrosa en las redes sociales.

La angustia es válida porque cualquier situación que enfrenten sin capacidad para cuestionarla y tomar la decisión que más convenga a su bienestar físico y psicológico, pondrá en riesgo su felicidad, el disfrute de la vida y, quizá, su éxito personal.

Comparta tiempo de calidad.

La única manera de darles una oportunidad es capacitarlos para enfrentar los desafíos y exigencias de la vida. No se piense que la información por si sola hará milagros ni tampoco las amenazas, la inculcación del temor o las restricciones y llamadas de atención innecesarias, porque todo eso ha probado ser un fracaso para reducir las conductas de riesgo en adolescentes. Pero que tal si ustedes les proveen habilidades para la vida.

Sí, habilidades para la vida desarrolladas en su hija e hijo. Imagine a estos respondiendo con una actitud y conducta adecuadas para que enfrenten, eficientemente, los retos diarios en casa, el centro educativo, la iglesia, la cancha, el club, el autobús, la calle o cualquier otro ambiente.

Usted no podrá evitar que conozca y se relaciona con otras personas, tampoco que vaya a fiestas, entre a un local de tatuajes o piercing, se le acerque un proveedor de drogas, tenga su primera actividad sexual o alguien quiera dañarle. Usted no podrá estar siempre a su lado y creo que tampoco su hija e hijo se lo van a permitir. Ellos están en una frecuencia diferente y, además, han iniciado el camino hacia su independencia, como lo hizo usted en algún momento.

Pero, si tienen la capacidad psicosocial que brindan las habilidades para la vida, cada situación que enfrente podrá ser una oportunidad para crecer y tener el poder. Piense, su hija o hijo recibe una invitación para consumir drogas y todo su grupo ejerce presión para que la pruebe. ¡Oh, sorpresa! dijo que no y salió bien de la situación. Un resultado así solo se puede obtener a través de: un pensamiento crítico que le facilitó analizar lo positivo y negativo de probar la droga; una toma de decisión responsable que le permitió priorizar su salud; un manejo de la presión de grupo que le hizo no ceder ante la manipulación; y, una comunicación asertiva que le posibilitó negarse al consumo y retirarse sin que el problema saliera de su control.

Las habilidades para la vida, una vez desarrolladas en la persona, podrán ser aplicadas a diversidad de situaciones. Por eso, se las vincula con estilos de vida saludable, actitudes y conductas positivas y éxito personal.

Ahora que sabe lo útil que pueden ser estas habilidades para la vida, quizá quiera saber si las ha desarrollado en su hija e hijo y si no lo ha hecho, quizá quiera intentarlo.

 

Busque una comunicación asertiva.

La familia es el escenario idóneo para el desarrollo del autoconocimiento, el reconocimiento de emociones y sentimientos, el manejo de afectos en las relaciones personales, la capacidad empática, la comunicación asertiva, la toma de decisiones responsables, la solución de problemas y conflictos, el manejo de la presión y la manipulación, la creatividad y el pensamiento crítico. La familia puede hacer de la educación algo más humano y enriquecedor para sus miembros. Imagine a su familia comprometida con la convivencia respetuosa, en pleno control de sus emociones, dando solución a sus conflictos a través de una comunicación asertiva, entendiendo como se sienten los demás miembros y las personas a su alrededor, siendo solidarios y tolerantes, planteándose objetivos comunes, apoyando objetivos individuales y enfrentando los retos del día a día con positivismo. Más aún proyectando todo este valor familiar hacia el resto de su círculo social.